miércoles, 26 de diciembre de 2012

Canciones que motivan

Viendo lo abandonado que tengo el blog desde hace un par de semanas, qué mejor manera de retomar actividad que con un post relajado, propio de estas fechas.

En la penúltima clase de Economía Internacional de este 2012, el profesor nos propuso darnos todos a conocer un poco mejor, abrirnos a los demás compañeros de clase a través de proyectar canciones que para nosotros significaran algo (canciones que compartiéramos por su contenido social, canciones que nos motiven para estudiar, para escribir, para concentrarnos...en definitiva, canciones que nos transmitan algo, canciones que nos han llegado profundo).

Por ello, me voy a arriesgar a daros tres títulos de canciones que para mí personalmente significan algo cada una, para que (si tenéis un rato en estas fechas) podáis escucharlas y decirme si os transmiten cada una lo mismo que a mí.

OMD - Maid of Orleans

Empiezo con la que compartí en la clase. Se trata de una canción de una banda de los años 80 (Orchestral Maneouvers in the Dark) dedicada a Juana de Arco. Personalmente me parece una de las canciones más épicas que he escuchado, digna de las mayores epopeyas y motivadora a luchar donde las haya.

La letra aquí.


Sting - Fields of Gold

Si lo que queréis es poneros melancólicos, os propongo una de las mejores canciones que Sting (líder de la banda ochentera The Police) ha compuesto. Personalmente me sirve para traer recuerdos a la mente.

La letra aquí.



Dire Straits - Brothers in Arms

Tal vez esta canción se trate de una elección profundamente personal y marcada por una cosa que me pasó hará un año.

Tenía un perro, Vico, schnauzer negro miniatura, de unos 4 años de edad, probablemente uno de los perros más salados y sociables que haya conocido nunca, jugetón e hiperactivo como cualquier perro. Cerca de estas fechas, le empezaron a salir unos bultos duros en los costados, al principio uno en cada lado y posteriormente varios más pequeñitos...nos temíamos lo peor aunque intentábamos no nombrarlo en ningún momento.

Le llevamos al veterinario y nos dijeron que no estaban seguros, pero que nos preparásemos para lo peor, tendrían que hacerle varias pruebas de sangre, ecografías y varias biopsias. Fuera lo que fuera, estaba avanzando bastante rápido. El proceso de pruebas duró un mes aproximadamente...el mes más largo que recuerdo, y la espera de conocer los resultados horriblemente lenta. A cada momento, me venían recuerdos que tenía con él, y en una de las ocasiones que me monté en el coche, antes de ponerlo en marcha, medio abatido por los recuerdos puse la radio, y empezó a sonar esta canción (letra) (No me tengáis muy en cuenta el vídeo):





Y empiezas a recordar mientras dura la canción todo lo que has vivido con ese saco de huesos y carne de 7kg en los 4 años, en lo injusto que era todo esto para algo de una naturaleza tan buena y bondadosa. Él no se merecía lo que le estaba pasando, y es en estos momentos cuando te planteas por qué a él que en su vida había hecho daño a nadie, que era más bueno que el pan...por qué tenía que pasar por biopsias que le dejaban atontado todo el día, con dolores de los puntos durante más de una semana...por qué a él, que hacía tanta compañía hasta en los momentos más complicados. Hiciera lo que hiciera, tenía su apoyo incondicional; le podías regañar una y otra vez, incluso a veces sin razón, que le hicieras lo que le hicieras, él iba a estar a tu lado...si, me identifiqué tanto con la canción en ese momento porque, como dice el título, él era mi hermano de armas. Pasara lo que pasara, iba a darle todo.

Y al final llegó el día de los resultados. Muertos de pánico, entramos a la clínica, dimos nuestros datos y esperamos sentados a nuestro turno. Fuera lo que fuera queríamos saberlo ya...pero la espera era horrorosa. Todavía quedaban un par de personas nuestras delante cuando la veterinaria que nos atendía miró a la sala de espera y nos vió. Se acercó hacia nosotros y nos dijo: "Podeis estar tranquilos, no es un tumor. Se pondrá bueno pronto, ahora hablamos dentro. Quería acercarme a deciroslo para que estuviérais tranquilos."

De verdad que fueron las palabras más felices que he escuchado en mi vida. Fue una sensación de alivio como si la barrera de una presa explotara y el agua comenzara a fluir a toda velocidad. Como podéis imaginar, en ese momento lloramos como descosidos.

Él está estupendísimamente ahora, corriendo y jugueteando a todo momento, como todo un campeón. Y yo aprendí que de verdad hay que disfrutar un poco más de cada momento...es algo que se dice constantemente, pero hasta que no lo vives en carnes propias de verdad no saber lo que significa.

Con estas tres recomendaciones concluyo este último post de 2012, me despido hasta el año que viene! Felices Fiestas!

Ah, de parte de Vico también!


sábado, 10 de noviembre de 2012

¿Democracia directa o democracia participativa?

El otro día en clase de Gobierno y Administración Local tuvimos un interesantísimo debate al respecto de los modelos de elección democrática de nuestros representantes.
Partíamos de un texto de un pequeño think tank británico (Localis) en el que se trataba la elección de los Alcaldes británicos. En el modelo de Reino Unido, los Alcaldes no son elegidos directamente por los ciudadanos, sino que éstos votan y eligen al Concejal de su Distrito. Dichos Concejales de Distrito son los que elegirán finalmente al Alcalde. Es decir, cada ciudad/municipio está dividido en distritos, cada uno de ellos tiene un representante de los intereseses de su distrito, por lo que la representación tiene un perfil de arraigo al territorio donde se vive, a pesar de que los distintos candidatos a Concejal de Distrito tengan ideologías muy distintas.
De los alrededor de 400 municipios que existen en Gran Bretaña, actualmente 16 han decidido vía referéndum que su Alcalde sea directamente elegido por los ciudadanos (sin que sea a través de los Concejales de Distrito). Lo que se nos planteaba era si era mejor un modelo u otro de elección y cuál preferíamos.
En un principio todos coincidíamos en la necesidad de mejorar la participación política, de democracia directa. Sin embargo, luego fueron apareciendo una serie de claves que si bien no cambiaron realmente nuestras opiniones, si que es cierto que se convirtieron en claves, en datos, en factores a tener en cuenta.
En un principio, la idea de elegir directamente al Alcalde de tu municipio me parecía muy atrayente, sin embargo, una de las cosas que más me hizo pensar fue que dicho sistema supondría la imposición de la mayoría: es cierto (y me gusta la idea) que elegir a tus representantes en base al arraigo en un territorio que represente los intereses del distrito, o barrio...es una forma de representación más cercana, pero única. Es decir, si el 51% en ese barrio vota en favor de un candidato de derechas, el 49% que votó por un candidato de izquierdas ve su voto inutilizado: Imaginemos que en un municipio de 6 distritos, en 5 de ellos el resultado fuera 51% en favor de candidatos de derechas, y 49% en favor de candidatos de izquierdas; mientras que en el sexto distrito el resultado fuera el inverso (51% izquierda, 49% derecha), tendríamos un Ayuntamiento con 5 concejales de derechas (84%) y sólo uno de izquierdas (16%), ¿existe una representatividad real de los intereses de toda la población del municipio?
Otra de las claves que estaban sobre la mesa, y que en la actualidad está muy candente, es las listas abiertas (es decir, el ciudadano marca en la papeleta directamente aquellos candidatos que considera que le representaran mejor. Cabrían dos posibilidades: (1) listas abiertas bloqueadas: se elige la papeleta de un partido concreto y de ella se marcan los miembros que querríamos que nos representaran; (2) listas abiertas desbloqueadas: se marcan aquellos candidatos que queramos que nos representen, sin que tengan que pertenecer obligatoriamente a un mismo partido). A priori parecería la panacea de todos nuestros problemas. Para mí no (y no con ello quiero deir que apoye el modelo actual), por dos motivos esenciales: (1) el factor carismático (el nivel de conocimiento que el candidato tiene entre los votantes) sería una parte fundamental, en detrimento del factor ideológico, de las propuestas e ideas que posee el candidsto; (2) al depender tanto del nivel de conocimiento entre votantes, las campañas electorales tendrían una importancia fundamental, y cuanto mas grandes, a más gente llegará. Y aquí es donde debemos preguntarnos ¿quién puede permitirse costearse grandes campañas electorales? Sólo las clases más altas podrían convertirse entonces en representantes.
En resumen, creo que el tema es tremendísimamente complejo, donde todo sistema tiene pros y contras, y cada sistema no se puede aplicar en todos lados (depende mucho, por ejemplo, del tamaño de la comunidad política en juego). No creo que dependa tanto de cómo elegimos a nuestros alcaldes o concejales, como de fomentar vías de participación, de implicación directa de la ciudadanía en la vida política de su ciudad (fomento de referéndums, tanto vinculantes como consultivos, por ejemplo). Para ello también es absolutamente necesario que la ciudadanía esté motivada y concienciada.

jueves, 25 de octubre de 2012

Las ciudades como reflejo de lo que ocurre dentro de nuestras mentes



Decía Hannah Arendt, teórica política contemporánea, que las ciudades en las que vivimos no son más que una extensión de lo que ocurre en todos y cada uno de nuestros foros internos, o dicho de otra manera, cada uno de nosotros está gobernado por una pequeña ciudad que puebla nuestra mente, donde al igual que en nuestras ciudades existe un poder ejecutivo, un poder legislativo y un poder judicial. Del mismo modo que en las ciudades que nosotros habitamos, debe existir un equilibrio entre estos tres poderes, ya que si no es así, nos volvemos seres tiránicos: si la ejecución de nuestras acciones no está avalada por una legislación apropiada, sease una moralidad y ética correctas, o no somos capaces de juzgar correctamente dichas acciones, nos volvemos seres que no piensan, sino seres que simplemente actúan sin pensar en las consecuencias de sus actos. Para ella, cuando esto sucede, perdemos nuestra condición de ciudadanos ya que somos incapaces de coordinar nuestros pensamientos con nuestras actuaciones.

Me gustaría hablar y analizar brevemente la ciudad en la que vivo, Collado Villalba. No podemos decir precisamente que se trate de una ciudad bonita, de estética cuidada; no se trata de una ciudad donde al pasear por sus calles sientas la necesidad de pararte a observar lo que hay a tu alrededor, o de mirar las fachadas de los edificios, de pasear por sus parques...No es una ciudad agradable de ver estéticamente, no nos engañemos. Y de esto todos somos un poco culpables, nuestros representantes políticos los primeros, los de ahora y los de antes. 

Si seguimos el razonamiento de nuestra teórica política, ¿Os imagináis lo estropeadas que deben de estar nuestras ciudades internas como para que reflejen una ciudad como Collado Villalba? No estoy queriendo decir que sea una ciudad inhabitable, ni mucho menos, pero sí que todos hemos perdido la pasión (si alguna vez llegamos a tenerla) de sentir nuestra ciudad como propia, de identificarnos con ella. La hemos convertido en un lugar de paso, en una ciudad de servicios desalmada y sin vida propia, en una ciudad donde venimos a dormir, nos acercamos en coche a hacer nuestras compras a los centros comerciales de las afueras sin tener que pisar para nada el centro, simple y llanamente porque no hay nada en el centro.

Si nos convencemos de lo que Hannah Arendt nos propone (la ciudad como reflejo y extensión de nosotros mismos), deberíamos de plantearnos muy seriamente si realmente ésta es la ciudad que queremos vivir y sentir; si ésta es nuestra ciudad; o si nosotros podemos hacer algo por cambiarla y por cambiarnos.

Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político” Hannah Arendt.

domingo, 7 de octubre de 2012

El aprendizaje

El otro día en clase, compartimos en grupos unas reflexiones al respecto de cómo se imparten las asignaturas, qué cambiar o qué hacer para mejorar el aprendizaje, realizando una crítica a la labor y papel del profesor, así como una de autocrítica hacia nuestro papel como estudiantes.

La verdad es que el trabajo en grupos fue interesante, y se podía observar como todos los estudiantes, con pequeñas diferencias o énfasis en distintos puntos, compartíamos una visión global de lo bueno y de lo malo, de lo que debe mantenerse y cambiarse tanto por parte del estudiante como del profesor (mentiría si no dijera que la figura del profesor era la que de más cambios requería en nuestros análisis) dentro del aula de tal manera que el aprendizaje sea más eficiente y profundo.

Parece ser que de un tiempo a atrás, tanto el profesorado como el alumnado han asumido un papel muy pobre de su rol: el uno habla y el otro toma nota. Cuando acaba el tiempo de clase la relación con la asignatura se rompe; no existe más vínculo con la materia que el que se pueda generar dentro de las cuatro paredes del aula. Solo ahora, y por obligación, los alumnos deben trabajar las asignaturas en casa, convirtiendo el aprendizaje muchas veces en un auténtico suplicio.

No quiero dar a entender con esto que comparta una visión casi hedonista de la educación, donde no se requiera de esfuerzo, ni mucho menos. El esfuerzo personal es parte esencial del aprendizaje. Pero en el proceso de aprendizaje influyen muchos factores que son determinantes del nivel de esfuerzo y compromiso que adquiramos con lo que estamos aprendiendo.

De entrada, cada estudiante es único y tiene unas preferencias, gustos, etc, por lo que no se puede esperar que un alumno sea doctor en todo. Tengo una cierta sensación de que existe la extendida tendencia entre el profesorado de creer que su materia es siempre la más importante de la carrera. Craso error. Pero vayamos por partes mejor. Qué se puede mejorar en:

El Profesor

Desde el punto de vista del alumno, es probablemente donde más fallos encontramos. Las cosas como son, hay profesores que te llegan con sus asignaturas, pero de los 300 créditos de la carrera son una clara minoría. La mayoría de asignaturas las vemos como puro trámite, unas veces porque no nos interesa el contenido en absoluto, otras veces porque el profesor se encarga de matar la asignatura. 

En el primero de los casos, el esfuerzo suele ser el justo y desalmado, desapasionado, sabes que en Junio tienes un examen a superar y te preparas para ello. El día del examen vuelcas lo estudiado y, tras él, haces un formateo en toda regla. A otra cosa, mariposa.

El segundo de los casos si que me parece realmente el preocupante: asignaturas cuyo contenido te interesa, pero que llegan a convertirse en un auténtico infierno. No hay cosa más horrible que identificarte con una asignatura y ver que el encargado/a de impartirla la destroza literalmente: ¡defraudarte tras haberte generado expectativas es horroroso!

Cualidades a destacar por parte del profesor son: (1) que sienta la materia que imparte, que le guste realmente lo que hace, que haya pasión; (2) que tenga buena oratoria y capacidad de transmitir, llegar y conmover al receptor; (3) que el profesor escuche a sus estudiantes y tenga en cuenta lo que le transmiten; (4) que fomente la interactividad en sus clases, que éstas sean bidireccionales. Es decir, que exista comunicación fluida entre profesor y alumnos; (5) que fomente la participación y que no use todo el tiempo de la clase para hablar él (hasta ahora solo me he encontrado con un profesor que fuera capaz de mantener mi atención todo el tiempo de clase si lo gastaba hablando él nada más); y (6) que motive a sus alumnos. Éste último factor servirá para enganchar con la otra parte del análisis.

El alumno

Para el aprendizaje, la motivación es probablemente el factor más influyente: sino existe motivación, el aprendizaje es pobre y se convierte en mercancía que se compra, se adquiere por un tiempo y luego se olvida. El aprendizaje es mucho más que ésto (de hecho, el último caso no lo considero aprendizaje). Lo aprendido es algo duradero que incluimos y hacemos encajar dentro de nuestro "paradigma" personal; y si no existe motivación, es harto complicado que el conocimiento lo aprendamos.

Creo que los alumnos están cada vez menos motivados a la hora de estudiar. Poco a poco se ha ido instalando la mala mentalidad de Universidad "mercantilizada", donde el interés por el conocimiento se ha perdido completamente, primando el interés de adquirir un título que te faculte para desarrollar un trabajo cualificado.

¿Es ésta situación reversible? Por supuesto, pero requiere de una reforma profunda de las bases en las que se sustenta la Universidad pública española de hoy en día, y que sin lugar a dudas requerirá de tiempo, esfuerzo de inversión económico por parte de las autoridades públicas y voluntad por parte tanto del profesorado como del alumnado. Se trata de una Universidad muy rígida, con una capacidad nula de flexibilidad y adaptación a los cambios que se producen en el mundo.

Como ejemplo, pongamos el "encaje" (por llamarlo de alguna manera) que ha tenido Bolonia: un encaje a lo bestia, donde no se han invertido todos los recursos que el modelo de educación de Bolonia proponía. El modelo educativo sobre el papel es a mi forma de entender excelente: clases de tamaño reducido para que el profesor pueda hacer un seguimiento personalizado de cada alumno, una evaluación continua que evite el sorteo de un exámen a final de año que sirva para juzgar todo el trabajo de un curso...sin embargo, si acudimos a la realidad, vemos que esto no ha sido así: los profesores siguen siendo exactamente los mismos, y hacer que una persona que lleva 30 años impartiendo clases magistrales comience "por arte de magia" a impartir clases con una evaluación continua donde el alumnado tiene un papel mucho más importante que en una clase magistral...es imposible; la falta de inversión hace que las clases tengan un tamaño de entre 50 y 90 alumnos, lo que hace imposible implantar la evaluación continua por la carga de trabajo que eso implicaría para el profesor.

Para intentar cerrar este círculo tan grande, solo añadiré que a veces las cosas pueden comenzar a cambiarse empezando por nosotros mismos, adoptando la mejor actitud positiva posible, aún a pesar de lo difícil que a veces resulte.