lunes, 23 de junio de 2014

23/06/2014 Noche de San Juan: ¿Un pagano converso?

Hoy es noche de San Juan. Nunca en mi vida he hecho nada por celebrarlo, ni cualquier gesto que se asemeje a una celebración, ni siquiera sabiendo que es el Santo de mi padre (por cierto, voy a felicitarle ahora que lo digo).

Sin embargo, una de las geniales personas que he conocido en este año por estas latitudes (una de las muchas que me guardo en mi mochila de los recuerdos, la cual ha aumentado considerablemente en este año en el extranjero) nos ha pasado un vídeo donde estaba junto al lago Tegernsee quemando un papelito doblado y redoblado donde había escrito un deseo. Según me ha explicado, es algo que lleva haciendo desde pequeña y que por supuesto no iba a dejar de hacer aunque la vida le haya traido a Alemania. El gesto, el hecho, me ha encantado, me ha cautivado.

¿Porqué? No lo sé a ciencia cierta, no tengo una explicación clara de porqué me ha gustado tanto ese pequeño gesto de doblar un papelito con un deseo y quemarlo esperando que así se cumpla ¡Será que no hay días en el año que se queman papelitos con deseos! El caso es que, no se si por estar fuera de casa o qué otro motivo, he decidido que adopto esta fecha para a partir de ahora y todos los años, quemar un papelito con los deseos que mas deseo que se cumplan. No solo es algo que pienso hacer, sino es algo que pienso transmitir a mis hijos algún día. Quién me diría a mí, a mis 25 años y más ateo que nada, que me vería quemando un trozo de papel con unas letras escritas y ordenadas...veréis, he estado pensando sobre ello. 

Soy un firme creyente y defensor de la ciencia. Para mí, todo lo que a día de hoy no tiene explicación no quiere decir que sea inexplicable a través de la ciencia, sino que simplemente todavía la ciencia no ha encontrado la respuesta. Sin embargo, una fé ciega en la ciencia a ultranza corre sus peligros, voy a intentar ser breve explicándome.

La ciencia es sin duda el motor de cambio y progreso de la humanidad, nadie lo pone en duda, y a pesar de ello, tiene la facultad de poder acabar con una parte de la genética humana que es muy importante: la capacidad inventiva, la imaginación y la creatividad. Esa parte humana que roza el misticismo, esa deliciosa parte humana generadora de mitos, cuentos y leyendas que tan desprestigiada está en nuestros días (no solo en los nuestros, sino desde hace un centenio lo menos) precisamente por chocar frontalmente con la ciencia.

No estoy hablando de catolicismo ni nada por el estilo, no estoy yendo por la vía religiosa sino más bien por la vía pagana. Hablo de las leyendas, las historias, los conjuros, los cuentos y creencias populares, las fábulas y los mitos. Hablo de la magia, hablo de lo inexplicable, hablo de la fé, hablo de las tradiciones populares y hablo de aquellos gestos que científicamente no tienen ningun fundamento, pero que para la gente significan tanto. Hablo de las meigas, de las brujas, de paraísos perdidos, de El Dorado, de dragones, de Papá Noel, del Rey Arturo, de animales quiméricos con busto de hombre y cuerpo de animal, de los hombres lobo y del monstruo del Lago Ness, así como de otras mil y una leyendas que cada cultura tiene. Hablo de Dioses, fuerzas vitales y espíritus que acompañaban en la batalla a ejércitos enteros y que podían significar la fé ciega en la victoria tanto propia como del enemigo, con tanta influencia como para decantar el resultado de la batalla a un lado u otro. Hablo de un mundo menos perfecto, pero más fantástico y maravilloso, donde la frontera entre lo real y lo ficticio es menos rígida, y donde la ciencia no supone una pared de hormigón revestido. Hablo de esas pequeñas cosas que no hacen daño a nadie pero que significan tanto para las personas, que les suben el ánimo y les dan fuerza para luchar y seguir viviendo, porque tienen fé en ellas. 

Hablo de la capacidad del ser humano en imaginar y en crear lugares remotos e inexplorados que se sumergen en las oscuridades, hablo de no sucumbir a la ciencia simple y llanamente porque "la ciencia lo dice", hablo de no cortar las alas a la imaginación y creatividad de cualquier mente por el hecho de que la ciencia contradiga los hechos. No hablo de llenar las mentes de miedos, sino de espacios y oportunidades fabulosas. Si no creeis en lo que digo, pensad de cuándo son la mayoría de mitos y leyendas que todos conocemos y os daréis cuenta que muchas de ellas son milenarias y otras tienen muchos siglos a sus espaldas.

Repito: amo la ciencia, pero amo el sabor a humanidad. Hay algo de romántico, fabuloso y maravilloso en el modo de vida de los seres humanos en siglos pasados que ahora no tenemos. Si todo sucumbe a la ciencia, corremos el peligro de aniquilar una parte fundamental de la esencia humana, corremos el peligro de crear un mundo donde solamente hacemos lo que nos dicen que tenemos que hacer porque "la ciencia lo dicta", un mundo de mentes grises y desactivadas que obedecen como zombies a todo lo que le dicen. Corremos el riesgo de seguir a pies juntillas el lema "El bien es bueno" sin cuestionarlo solo porque es lo que nos dicen que está bien.

Yo ya he quemado mi deseo...aunque estoy por volver a salir y quemar otro, pero esta vez creo que necesitaría un folio entero para que se cumpliera lo que después de escribir ésto deseo.

¡Feliz noche de San Juan!

miércoles, 18 de junio de 2014

Es normal, nunca has salido de Boston.

Sean (Robin Williams): Estuve pensando en lo que me dijiste el otro día sobre mi pintura. Me pasé casi toda la noche pensando y se me ocurrió una idea. Luego caí en un sueño plácido y no he vuelto a pensar en tí ¿Sabes qué se me ocurrió? 

Will (Matt Damon): No.

Sean: Que eres un crio y que en realidad no tienes ni idea de lo que hablas.

Will: Vaya, gracias...

Sean: Es normal, nunca has salido de Boston.

Will: No.

Sean: Si te pregunto algo sobre arte, me responderás con datos de todos los libros que se han escrito: Miguel Ángel, lo sabes todo, la vida y obra, aspiraciones políticas, su amistad con el Papa, su orientación sexual...lo que haga falta, ¿No? Pero tu no puedes decirme cómo huele la Capilla Sixtina. Nunca has estado allí y contemplado ese hermoso techo. No lo has visto.

Si te pregunto por las mujeres, supongo que me darás una lista de tus favoritas. Puede que hayas echado unos cuantos polvos. Pero no puedes decirme qué se siente cuando te despiertas junto a una mujer y te invade la felicidad. Eres duro. 

Si te pregunto por la guerra, probablemente citarás algo de Shakespeare: "de nuevo en la brecha, amigos míos". Pero no has estado en ninguna. Nunca has sostenido a tu mejor amigo entre tus brazos esperando tu ayuda mientras exhala su último suspiro. 

Si te pregunto por el amor, me citarás un soneto. Pero nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable, ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la tierra para tí, para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué se siente al ser su ángel, al darle tu amor...darlo para siempre y pasar por todo, por el cáncer. No sabes lo que es dormir en un hospital durante dos meses cogiendo su mano porque los médicos vieron en tus ojos que el término "horario de visitas" no iba contigo. No sabes lo que significa perder a alguien, porque solo lo sabrás cuando ames a alguien más que a tí mismo. Dudo que te hayas atrevido a amar de ese modo. 

Te miro y no veo a un hombre inteligente y confiado. Veo a un chaval creído y cagado de miedo. Eres un genio, Will, eso nadie lo niega, nadie puede comprender lo que pasa en tu interior. En cambio, presumes de saberlo todo de mí porque viste un cuadro que pinté y rajaste mi puta vida de arriba a abajo. ¿Eres huérfano, verdad? ¿Crees que sé lo dura y penosa que ha sido tu vida, cómo te sientes, quién eres, porque he leído Oliver Twist? ¿Un libro basta para definirte? Personalmente, eso me importa una mierda, porque ¿Sabes qué? No puedo aprender nada de tí ni leer nada de tí en un maldito libro. Pero si quieres hablar de tí, de quién eres, estaré fascinado, a eso me apunto. Pero no quieres hacerlo, tienes miedo, te aterroriza decir lo que sientes. Tú mueves, chaval.

El indomable Will hunting (1997, Gus Van Sant)