A los que os dijeron “Estudia,
estudia mucho para tener un buen trabajo”. A los que os dijeron “tu estudia lo
que a ti te gusta, que antes o después encontrarás de lo tuyo”. A los que os
dijeron “hijo, ve a la Universidad para tener un mejor trabajo que yo”. A los
que os dijeron “esfuérzate mucho, que tendrás tu recompensa”. A los que os
dijeron todo esto y os lo creísteis a pies juntillas.
A los que usasteis trabajos en
supermercados, bares o locales de comida rápida como medio para pagaros
vuestros estudios y, tras haberlos terminado, seguís ahí porque es lo mejor que
el mercado laboral os puede ofrecer. A los que no os resignasteis a que eso
fuera lo mejor para vosotros y preferisteis prostituiros laboralmente con tal
de conseguir experiencia. A los que vais por la tercera o cuarta beca con
resignación, sin esperanza ni ilusión. A los que no os resignasteis a quedaros
de brazos cruzados y ahora os toca resignaros a vivir en otro país que no es el
vuestro. A los que deseáis volver a casa y estar con los vuestros, con vuestros
amigos, vuestras familias, vuestras parejas…A los que habéis tenido que cambiar
vuestros planes de vida una, cinco y mil veces. A los que habéis desistido de
vuestro Plan A, del B, del C y del D para vuestras vidas. A los que os encantaría
tener vuestro espacio, poder independizaros y pensar en formar una familia,
pero con los 450€ de la beca o los 700 del contrato en prácticas es imposible.
A los que aborrecéis ver ofertas de trabajo que piden cinco años de experiencia
y nadie que te dé esa primera oportunidad de obtenerla, de demostrar lo que
vales. A los que os reenganchasteis a estudiar y ahora nadie os quiere por ser
demasiado mayores.
A los que no habéis corrido
ninguna de las suertes anteriores y sentís que el tiempo se os evapora, se os
escapa de entre los dedos y estáis llenos de odio, frustración y resignación
ante una vida y un mundo que sentís os está tratando injustamente mientras
vosotros hacíais lo correcto, lo que se suponía que teníais que hacer. A los
que tenéis la sensación de que todos los días y todas las semanas son iguales,
de que el mundo sigue girando y vosotros habéis perdido el tren de las
oportunidades mientras os quedáis estancados. A los que sentís que os han
arrebatado vuestro futuro.
A todos vosotros, a mí, os digo,
me digo, que no es culpa nuestra, que hemos hecho todo lo que se nos dijo que
teníamos que hacer. Que no hay palabra que consuele, ni palabra que haga volver
atrás y jugar las cartas de otra manera. Solo puedo deciros que no ha sido cosa
nuestra, que no sois los únicos y, sobretodo, que no estáis solos.