Al entrar en cualquier
supermercado español, podemos encontrar en cualquiera de sus secciones
productos de toda índole clasificados por su calidad. Así, tenemos la
arraigada creencia de que un producto de marca blanca...pues bueno, está
bien, se deja comer...y si lo venden es porque ha pasado los controles
sanitarios pertinententes. Pero claro, ¡ni punto de comparación con la
calidad de la marca original!
Pongamos un ejemplo: el
jamón. Pues oye, para darnos el gustillo nos compramos una paletilla
decente a precio asequible del Carrefour, pero...¿quién no desearía
cogerse la pata de Navidul? Es más, ¡voy a ir más allá! ¿Quién no
desearía con locura por encima de la pata de Navidul, coger la pata Negra de Navidul?
Si os fijáis, la mayoría de productos tienen el producto normal y luego la categoría Deluxe,
que se supone que es la repera y no hay nada por encima de ello, puesto
que a dichos productos se les da un tratamiento especial, se les mima
en el proceso de elaboración, etc.
Bueno, pues un buen
día, a un buen hombre alemán (al que se le debería otorgar el premio
Nobel de economía, no el de medicina, ni salud, ni anda por el
estilo...no, no, el de economía) se le pasó por la cabeza la idea de "¿Y
porqué no algo aún más mejor y superior?". Y así, se creó en Alemania
el concepto del producto Bio, el súmum de los productos, de categoría más allá de la pata negra, el aceite de oliva extra puro, el zumo de naranja de zumosol y/o la horchata del Mercadona:
Una gama de productos cuyos efectos van más allá de lo puramente
racional y llegan a lo más profundo de la psique del alemán. Una
etiqueta que eleva el precio del producto en muchos casos hasta casi el
doble.
Y es que, se supone que los productos Bio son
tratados con sumo cuidado, crecidos y/o recolectados de manera
respetuosa con el medio ambiente y de manera escrupulosamente ecológica,
sin ningún tipo de pesticida ni acelerador del proceso de maduración.
De ésta manera, en cualquier supermercado alemán tienes un producto de
alimentación y luego su equivalente en la gama Bio, que en muchas
ocasiones no consigo notar ninguna diferencia entre uno y otro más allá
de que uno sea un poco más grande que el otro y tenga algo mejor de
color (aunque tampoco me fijo en exceso, la verdad...y de sabor tampoco
noto yo gran cosa).
Está tan extendida la idea de que lo
Bio es mucho mejor por el mero hecho de llevar en su etiqueta "Bio", que
he llegado a oir decir a un padre a su hijo mientras éste se comía un
trozo de pepino normal (no Bio) con la cáscara cosas como: "Ni se te
ocurra comerlo, que no es Bio...si fuera Bio, vale". Señor padre, no me
quiero meter en la educación de su hijo...pero el pepino se recolecta
igual de la tierra sea Bio o no...y si no se lava antes es igual de
asqueroso uno que otro, ¡Por Dios!.
Lo que más gracioso me resulta de todo es que muchos de estos productos alimenticios Bio, vienen de España.
Si, si, de nuestra tierra. Y sinceramente, no veo yo al agricultor
español separando su cosecha entre pepinos que van a Alemania y pepinos
que no, pero esto ya son pensamientos más que conocimientos certeros.
Eso si, os aseguro que, Bio o no, los pepinos que comen aquí son
españoles y tienen el doble del tamaño que los que encontramos en
España.
Así que ya sabéis, españolitos, si venís a tierras
alemanas, los productos comprarlos Bio aunque los veáis iguales que los
demás ¿Que Porqué? ¿Cómo que porqué? Menuda pregunta...¡Simple y llanamente porque son Bio!
Publicado inicialmente en Facebook